Un viaje de cine

Volver donde no has estado

Siempre se ha dicho que el cine y la literatura son formas de viajar. Y lo que proponemos es hacer un doble viaje: “volver” en persona a lugares en los que ya habíamos estado como espectadores. Planear un viaje en el que revivir nuestra memoria visual es sencillo, porque aún es posible visitar algunas de las localizaciones de esas películas que componen nuestro imaginario colectivo. Esa sensación de “yo ya había estado aquí” está al alcance de todos.

Por ejemplo, ¿te acuerdas de Encuentros en la Tercera Fase? Una de las escenas más recordadas de la historia del cine es cuando los alienígenas imaginados por Steven Spielberg aterrizan en nuestro planeta. En realidad, ese aterrizaje de cine se produjo en el que hoy es el Monumento Nacional de la Torre del Diablo, en Wyoming, Estados Unidos, cuya imagen abre este artículo. Esa misma formación rocosa que el protagonista replicaba una y otra vez sin saber bien por qué lo hacía. Y es que la historia del cine está repleta de localizaciones naturales tan maravillosas que hicieron que la idea de recrearlas en un plató cinematográfico no tuviera sentido. Eso, y que algunos directores no eran muy propensos a viajar lejos e incurrir en gastos adicionales para sus producciones, por lo que nos encontramos con sorpresas como que buena parte de las escenas de combate de La Chaqueta Metálica, de Stanley Kubrick, no fueron grabadas ni en un plató ni en Vietnam, que era lo que uno esperaría, sino en una zona del extrarradio londinense con una fábrica abandonada que el saber hacer del director hizo pasar por unas ruinas vietnamitas bombardeadas.

Nosotros hemos seleccionado cuatro destinos que te harán sentir el protagonista de tu propia película: Nueva Zelanda (El señor de los Anillos), Maine (Forrest Gump), Túnez (La Guerra de las Galaxias Episodio IV) y Petra, en Jordania (Indiana Jones y la última cruzada).

Las tradiciones culturales de los maoríes, su increíble naturaleza, su flora y fauna autóctonas, su vino y un sinfín de posibilidades de aventura… Nueva Zelanda está lejos, pero sobran los motivos para ir a visitarla. Y sobraban también los motivos para que Peter Jackson decidiera rodar allí su adaptación de El señor de los anillos: no hay en el planeta un lugar igual para ser La Tierra Media. Uno recorre sus campos y espera que de un momento a otro aparezca un hobbit o un elfo.

Cuando, entre 1937 y 1949, J. R. R. Tolkien escribió la novela, ya parecía que estaba imaginándola en este archipiélago, que además de colmar la curiosidad del cinéfilo tiene muchas maravillas que conocer. Gran parte de su territorio son reservas naturales, en las que conviven costas agrestes, playas de ensueño, viñedos, verdes laderas, volcanes…

NZ

Además, consciente de su extensión, el país ha desarrollado unas magníficas infraestructuras para todos los tipos de turismo, desde el más lujoso a los campings en los que dormir bajo las estrellas. Por supuesto, para responder a la curiosidad del espectador, es imprescindible hacer un recorrido por algunas de las muchas localizaciones empleadas en las películas, para lo que lo más sencillo es acercarse a Matamata, entre Auckland y Rotorua, en la Isla Norte. Además, los viñedos neozelandeses merecen una especial atención: Hawkes Bay, Martinborough, Marlborough y Central Otago son tres de las principales zonas vinícolas del país, y algunos de los caldos que allí podemos probar ya se encuentran entre los más apreciados del mundo.

Y no podían faltar algunas recomendaciones sobre deporte y aventura. Tal vez una de las señas de identidad de Nueva Zelanda más conocidas en todo el mundo sea su selección de rugby, los All Blacks. Lo ideal es coincidir con un encuentro de máxima rivalidad entre los All Blacks y los Wallabies, la selección de su vecina Australia, pero cualquier partido de la Super Rugby, la competición profesional del Hemisferio Sur, nos dará una idea de cómo se vive este deporte en nuestras antípodas. Y también el surf, pues no en vano los neozelandeses cuentan con más de 15.000 kilómetros de costa. Y en cuanto a la aventura… todo allí es una invitación: desde el puenting, que allí se llama bungee jumping, hasta el zorbing, una curiosa práctica que tiene miles de aficionados y consiste en bajar por la ladera de una montaña dentro de una gran pelota hinchable. La diversión está asegurada.

No se trata de correr sin parar; de hecho, se trata de detenerse y admirar la belleza de un enclave inolvidable, el Faro Marshall, en Maine, Nueva Inglaterra (EEUU). Ganadora de seis premios Oscar, en la película Forrest Gump hay varios momentos mágicos, y uno de los más recordados es cuando el protagonista, interpretado por Tom Hanks, quien a raíz de ser dejado por su gran amor decide echarse a correr, llega a este faro de enigmática belleza y… sigue corriendo. Pero nosotros no, nosotros nos vamos a detener y a disfrutar de la exuberante naturaleza de la región.

Una vez admirada la belleza del Faro Marshall, proponemos visitar cinco maravillosos pueblos, todos dentro de Nueva Inglaterra. El primero es Kennebunkport, en el propio Maine, y desde hace años el destino de la familia Bush en verano. Y es que en la zona alta del pueblo se agrupan las mansiones de lujo, mientras que la parte baja conserva las señas de identidad de lo que en su día fue un pueblo pesquero, aunque aún hoy en día es el sitio adecuado para saborear mariscos y pescados recién salidos del mar.

Maine

Nuestro segundo destino, también de película, es Nantucket, una pequeña isla que fue pionera para los balleneros y en la que están inspiradas todas las escenas de puerto de Moby Dick. Tiene un paisaje idílico, no sufre de las aglomeraciones de tiendas de marca y es ideal para pasar unos días sin hacer otra cosa que desconectar el móvil y pasear. Seguimos camino a otra localización de cine, al pueblo en el que todos recordamos a Julia Roberts en la película Mystic Pizza, que se llama precisamente Mystic, y en el que si eres un cinéfilo de verdad no podrás resistir la tentación de tomar una pizza precisamente en el establecimiento que aparece en el filme, el Mystic Pizza.

Manchester, en Vermont, nos ofrece una visión del pasado gracias a las casas victorianas que rodean el centro de la ciudad y una inigualable oferta gastronómica. Pero tal vez lo más destacado sea que Vermont tiene hasta 15 estaciones de esquí, todas muy bien valoradas por los aficionados, aunque las dos más apreciada son las de Jay Peak y la de Okemo Mountain Resort. Y nuestra última visita será Newport, en Rhode island, una mezcla de arquitectura y naturaleza perfecta para cerrar el viaje. A lo largo de su costa se suceden increíbles mansiones (algunas, abiertas a los turistas) y tiene uno de los puertos más bonitos de la zona. Es uno de los destinos favoritos de la alta sociedad estadounidense y, aparte de su peculiar encanto, ofrece una atracción única: el paseo por los acantilados, una caminata mundialmente famosa que combina la belleza natural de la costa de Newport con la historia arquitectónica de su edad dorada. Flores silvestres, aves, geología, arquitectura… todo hace de este delicioso paseo de unas tres horas una experiencia inolvidable.

Túnez puede presumir de tener paisajes realmente espectaculares, lo que ha convertido al país en un escenario recurrente para muchas producciones cinematográficas, pero ninguna de las películas que se han rodado allí se recuerda tanto como La Guerra de las Galaxias. De hecho, aunque la que más memorable resulta es la primera, casi todas las producciones de esta larga saga de filmes cuentan con alguna escena rodada en Túnez. Y es que George Lucas se enamoró realmente del país. Además, hoy en día se siguen conservando intactos algunos de los decorados que usó. Podemos visitar hasta siete escenarios de La Guerra de las Galaxias en Túnez, de los cuales dos son los que consideraríamos escenarios naturales: el Barranco, entre Tozeur y Chott el Jerid, y el Lago de Sal, una enorme planicie que sirve de fondo en diversos planos del ficticio planeta de Tatooine.

Pero hay muchos más atractivos que harán del viaje a Túnez una gran experiencia. El Anfiteatro de El Jem es uno de los anfiteatros romanos más grandes y mejor conservados del mundo. Declarado Patrimonio de la Humanidad, fue construido alrededor de año 238 aC y tenía espacio para 35.000 personas. Como no podía ser de otra manera, aparece en otras películas famosas, como La vida de Brian y Gladiator.

tunez

También Cartago merece que nos acerquemos a ver las ruinas de la segunda ciudad, construida por los romanos sobre la antigua capital tunecina. La actual capital, que se llama Túnez, como el país, ofrece un ambiente relajado, sus deslumbrantes cielos azules y la cercanía a sus hermosas playas. Su famosa medina es Patrimonio de la Humanidad. A muy pocos kilómetros de la capital, Sidi Bou Saïd es uno de los pueblos mediterráneos más hermosos y característicos, con sus calles adoquinadas y sus casas pintadas de azul y blanco. La vida cultural de Túnez es muy destacada: sólo en los meses de marzo y abril, se celebran el Festival de Música Tunecina (en la capital), el Festival Cultural de Matmata (en Matmata), el Festival de Teatro Musical (en Tozeur), el Festival internacional de la primavera (en Sbeitla) y, entre otros, el Festival de Jazz de Cartago.

Y tenemos una sorpresa más: Túnez tiene hasta 35 áreas que han sido declaradas zonas Ramsar; es decir, humedales protegidos por su importancia internacional, especialmente como hábitat de aves acuáticas. Las islas Kerkennah son una de estas zonas protegidas y un verdadero paraíso de obligada vista. Los lugareños viven principalmente en las islas de Chergui y Gharbi, las dos mayores, las mejor preparadas para el turismo y conectadas por un puente. Para llegar a ellas debemos tomar un ferry en Sfax, la segunda ciudad más poblaba del país, que tarda apenas una hora. Las aguas que rodean este archipiélago son tan bajas que en determinadas épocas del año puedes ir de un islote a otro paseando, pues el agua apenas te llegará a las rodillas.

Nos vamos a buscar el Santo Grial, porque Harrison Ford necesita ayuda… y para eso, claro, tenemos que visitar Petra, la ciudad en la que se rodaron algunos de los exteriores más famosos de Indiana Jones y la última cruzada. La espectacular ciudad de piedra arenisca de Petra fue construida en el siglo III aC por los nabateos y hoy es Patrimonio de la Humanidad. Obviamente, aquí no podemos reservar hotel, eso lo haremos en Wadi Musa, que es el centro de alojamiento y transporte más cercano y en el que nos abordarán los vendedores de recuerdos para hacernos sentir verdaderos aventureros.

Además de en Jordania, Indiana Jones y la última cruzada se rodó en España, Italia, Inglaterra y Estados Unidos, pero la imagen de El Tesoro apareciendo al final del desfiladero condensa la magia, la textura de la mejor aventura. Y antes de visitar otros lugares del país, aprovechamos para seguir recorriendo el desfiladero, llamado Siq, que primero nos llevará a la Calle de las Fachadas, que es en realidad una zona de antiguos enterramientos, para desembocar en otro de los lugares más místicos de la ciudad, Las Tumbas Reales, ejemplo de los mejores trabajos de tallado que se pueden ver en Petra.

petra

Satisfecha nuestra curiosidad cinéfila, ahora sí aprovechamos para visitar algunas ciudades jordanas, y podemos empezar por un claro ejemplo de sincretismo religioso en su capital, Ammán, que es tanto una ciudad romana, con teatros, foros, templos y avenidas; musulmana, con sus mezquitas; y cristiana, con sus iglesias bizantinas. Es una ciudad algo caótica, pero tiene algunos hitos que no nos vamos a perder: el Templo de Hércules, que aunque ya apenas se reduzca a unas cuantas columnas sigue siendo cautivador; el Palacio Omeya, con su cúpula azul; el Teatro Romano, datado en el siglo II aC; y el Odeón, junto al teatro.

Y finamente vamos a combinar desierto, mosaicos y agua. Al este de Ammán hay una veintena de castillos y palacios, construidos en los siglos VII y VIII, entre los que destacan el complejo de Qusair Amra, con muy apreciadas pinturas del siglo VIII, y el castillo de Qasr Kharana, de los mejor conservados del país. Para rematar nuestra afición al cine, podemos visitar el desierto de Wadi Rum, en el que se filmaron muchas escenas del clásico Lawrence de Arabia. Jordania esconde un tesoro más: el Mapa de la Tierra Santa, la cartografía realizada en mosaico más antigua de la que se tiene noticia, que podemos admirar en Madaba, conocida como La Ciudad de los Mosaicos. Sedientos de tanto desierto, nos quedan dos visitas refrescantes. La primera es obvia: el Mar Muerto, el punto más bajo del planeta, pues está a 411 metros bajo el nivel del mar. Y finalizaremos muy cerca, en un paradisíaco destino de playa: Ágaba, con unas formaciones coralinas que atraen a los mejores submarinistas.

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